ANTON VAN LEWEENHOCK
Si bien hoy día puede sonar extraño que
alguien se dedique profesionalmente al mismo tiempo al comercio y a la ciencia
experimental, hace cuatro siglos atrás resultaba ser un hecho bastante frecuente
que los hombres desplegasen quehaceres contrapuestos y asimismo que se
interesasen por el estudio de varias materias al mismo tiempo, aun no teniendo
las mismas relación alguna.
Anton
van Leeuwenhoek, destacado científico y comerciante neerlandés durante los
siglos XVII y XVIII, fue
uno de esos tantos hombres que supo destacarse en dos disciplinas opuestas y
con notable éxito y reconocimiento en ambas, especialmente en la ciencia, en la cual
logró avances importantísimos para el futuro de la humanidad; está considerado como el
precursor de la biología experimental, de la microbiología, de la biología
celular e introdujo notables mejoras en la fabricación de los microscopios, con
los cuales, a propósito, alcanzó observaciones de gran envergadura.
A
los 16 años de edad su padrastro falleció y entonces su madre lo envió a
Ámsterdam como aprendiz de un tratante de telas; tras adquirir experiencia como
contable y cajero, en el año 1654, a su regreso a Delft, montó su propio
negocio de telas y mercería.
Para
esta misma época también tomó contacto con el microscopio simple, un instrumento
ampliamente difundido en la actividad textil para examinar la calidad de las
telas.
En el año 1668 desarrolló
el descubrimiento de la red de capilares del italiano Marcello Malpighi,
demostrando cómo circulaban los glóbulos rojos por los capilares de la oreja de
un conejo y la membrana interdigital de la pata de una rana. En 1674 realizó la primera descripción precisa de los glóbulos rojos de
la sangre. Más tarde observó en el agua de un
estanque, el agua de lluvia y la saliva humana, lo que él llamaría animálculos,
conocidos en la actualidad como protozoos y bacterias. En 1677 Anton van
Leeuwenhoek describió los espermatozoos de los insectos y los seres humanos.
Sus microscopios eran ciertamente
insuperables en calidad ya que permitían más de 200 aumentos, sin embargo, el
secreto sobre cómo los hacía se lo llevó a la tumba y hubo que esperar mucho
tiempo para que apareciesen modelos tan potentes como los creados por él.
A él le gustaba regalar sus
microscopios, no venderlos, por ello, la venta recién se produjo tras su
muerte.
Van Leeuwenhoek falleció a la edad de
noventa años, el 26 de agosto de 1723 en Delft.
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